Cada año el inicio de las clases en la Universidad me expone a una situación que no me agrada. A riesgo de parecer latera, cada día me incomodan más los mechoneos anuales, aunque más que el trato que a algunos les pueda parecer vejatorio, me molesta la falta de originalidad.
Cada año, indefectiblemente, es lo mismo... malos olores, ropa estropeada por un sinfin de materiales orgánicos putrefactos, ropa destruida por tijeras profanas que no piensan en cuánto le puede costar a alguien tener una polera o un pantalón... y el insoportable canturreo:
Somos, somos los mechones de la U;
somos, somos los mechones de la U...
somos, somos los mechones de la U,
de la U de Concepción
Son prácticamente dos semanas en que cada día, un par de veces, pasan desfilando por fuera de mi ventana estos pobres cabros... para ellos seguramente es novedad y hasta capaz que les guste... yo también disfruté mi mechoneo, pero para mi que lo veo año a año... uffff... ni les cuento.
Pero este año, ver a la gente de ¿enfermería? (tenían una jeringa de cartulina colgando del pecho, así que alguna de las carreras de la salud era) encabezar esta tropelía me chocó más que ningún año.
¿Es que ni siquiera ahora se les puede ocurrir alguna forma mejor de recibir a los mechones? ¿Por qué no hacer algo constructivo en vez de seguir manchando y destruyendo ropa? ¿No se han puesto a pensar que quizá alguno de estos mechones perdió su casa, a algún familiar, o quizá no tiene más que lo que anda trayendo puesto?
Es verdad que yo quería una fuerte dosis de normalidad. Pero si la normalidad es sinónimo de crueldad o de indiferencia, de no escuchar al de al lado, creo que ahora quiero algo de anormalidad
Etiquetas: 27 de febrero, Mechoneo, solidaridad, Terremoto
